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diciembre 5, 2024
Adicciones, Boletines,
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Los investigadores de los efectos del tabaco, el alcohol y los alimentos ultraprocesados en la salud sufren amenazas e intimidación – nuevo estudio
Compartimos contigo una traducción del artículo publicado el 27 de noviembre de 2024 en The Conversation.
No cabe duda, de que la industria tabacalera, por extensión de la nicotina, la del alcohol y la de los ultraprocesados conocen de sobra y mejor que nadie lo peligrosos que son los productos que comercializan. Pero no quieren que tú y yo lo sepamos. Los extremos a los que llegan para proteger sus intereses son terroríficos.
Enhorabuena a las autoras: Karen Evans-Reeves y Britta Matthes por este maravilloso artículo que arroja luz sobre este tema que impacta directamente en nuestra salud y bienestar y la del planeta.
Qué importante es estar informado, para poder tomar decisiones conscientes en nuestro día a día.
Enlace al artículo: https://theconversation.com/researchers-of-tobacco-alcohol-and-ultra-processed-foods-face-threats-and-intimidation-new-study-244551
El cáncer, las cardiopatías, las afecciones respiratorias crónicas, la diabetes y los ictus son ahora responsables de casi tres cuartas partes de todas las muertes que se producen en el mundo. Investigar las causas de estas enfermedades nunca ha sido tan crucial para la salud pública.
Pero esta investigación es una amenaza directa para el poder y los beneficios de ciertas empresas. Puede hacer que se reconozca cada vez más la necesidad de regular los productos asociados a estas enfermedades, sobre todo el alcohol, el tabaco y los alimentos y bebidas ultraprocesados.
Nuestro nuevo artículo, publicado en Health Promotion International, revela cómo los investigadores que producen pruebas de los daños de estas industrias han sido intimidados a causa de su trabajo.
Identificamos hasta qué punto los investigadores y defensores han sido objeto de tácticas intimidatorias por parte de las empresas tabacaleras, del alcohol y de los alimentos ultraprocesados (UPF) y sus asociados. Las tácticas descritas incluyen ser desacreditados en público, amenazas legales, denuncias, uso nefasto de la legislación sobre libertad de información, vigilancia, ciberataques, sobornos e incluso violencia física.
Examinando las pruebas de los últimos 20 años, identificamos 64 fuentes publicadas entre 2000 y 2021 que detallaban la intimidación de investigadores y defensores que trabajaban en los espacios del tabaco, el alcohol y ultraprocesados.
Dos tercios de ellas eran fuentes revisadas por pares que mencionaban casos de intimidación. La mayoría no eran publicaciones específicas sobre intimidación, pero la mayoría trataban sobre la interferencia empresarial en la aprobación o aplicación de políticas. El tercio restante eran fuentes como blogs, artículos de periódico, noticias en revistas revisadas por pares, un estudio de caso, un comunicado de prensa, un seminario grabado y un libro.
Es probable que la escala de intimidación que hemos encontrado sea la punta del iceberg. Muchos tendrán demasiado miedo para revelar públicamente que han sido intimidados a causa de su trabajo.
Hemos encontrado intimidaciones generalizadas en los tres sectores, perpetradas por las propias empresas y por terceros. En las formas más graves de intimidación, los autores permanecían desconocidos.
El descrédito público fue la forma más común de intimidación que encontramos. A los investigadores y defensores se les llamaba con una larga lista de nombres despectivos para minar su credibilidad: extremistas, prohibicionistas, «fascistas de la comida», «Gestapo gastronómica» y «demonios del exceso de celo y rectitud moral».
En diversos tipos de medios de comunicación, se les ha retratado como indignos de confianza, incompetentes, hambrientos de dinero, peculiares o que no tienen el físico adecuado para criticar a la industria alimentaria.
Un académico describió el coste personal de tal descrédito:
“Mi integridad fue impugnada recientemente por una microorganización con un nombre que suena elevado, en cuyo sitio web aparecía precisamente un bloguero, y que está asociada a grupos con un historial de financiación del tabaco. Hicieron imputaciones desagradables y falsas, pero atrajeron la cobertura de los medios de comunicación, lo que presumiblemente era su intención.”
El debate crítico de la investigación es bienvenido y necesario. Pero los incidentes documentados en nuestro estudio van mucho más allá, y equivalen a difamación e intimidación.
Se produjeron amenazas e impugnaciones legales, denuncias a particulares, a sus jefes y consejos de administración en el sector del tabaco y en el de la alimentación. Estos métodos se emplean para impedir que los investigadores publiquen sus conclusiones y que promuevan intervenciones en salud pública que reduzcan el consumo de tabaco y azúcar.
En un caso, en Colombia, un académico fue censurado tras producir un mensaje que mostraba la cantidad de azúcar que contiene una lata de refresco. Según un informe:
La reacción fue feroz. Una agencia gubernamental colombiana, en respuesta a una queja de la principal empresa de refrescos del país, que calificó el mensaje de engañoso, ordenó que se retirara. Luego la agencia fue más allá: Prohibió [a la investigadora] y a sus colegas hablar públicamente de los riesgos del azúcar para la salud, amenazándoles con una multa de 250.000 dólares (237.000€).
Las solicitudes de libertad de información se utilizaron para retrasar el trabajo y frustrar el progreso. Quienes las recibían tenían que dedicar tiempo a responderlas en lugar de seguir con su trabajo habitual. Estas solicitudes son una táctica muy utilizada por la industria.
En Nueva Zelanda, un consultor pagado por la industria que trabajaba para las empresas tabacaleras, del alcohol y de ultraprocesados envió solicitudes de la Ley de Libertad de Información a investigadores y defensores y utilizó la información resultante para denigrarlos. Tres investigadores presentaron con éxito una demanda por difamación contra el consultor.
El consultor admitió bajo juramento que el propósito de sus numerosas solicitudes de la Ley de Libertad de Información y de las subsiguientes publicaciones difamatorias en su blog era minar la credibilidad de los investigadores y defensores a instancias de las industrias que le pagaban por ello.
Aunque menos frecuentes, también se denunciaron formas muy graves de intimidación en todos los sectores. Encontramos informes de vigilancia, en los que se seguía a investigadores y defensores y a sus familias, y de ciberataques en los que se pirateaban ordenadores y teléfonos móviles. Algunos denunciaron ofertas de soborno para desistir del trabajo y amenazas de violencia.
En Nepal, los defensores del control del tabaco describieron haber recibido amenazas de muerte por teléfono. Esto ocurrió después de que hubieran rechazado ofertas de soborno para dejar de participar activamente en los esfuerzos de formulación de políticas para controlar el tabaco. En un caso extremo, la violencia contra activistas antitabaco en Nigeria provocó dos muertes.
Todas las actividades intimidatorias que identificamos tuvieron un efecto amedrentador sobre la importante labor de salud pública. A los investigadores y defensores les llevó tiempo responder a las denuncias o a las solicitudes de información, o tuvieron que interrumpir o alterar su trabajo, al menos temporalmente, mientras la acción legal seguía su curso.
Los investigadores calificaron la desacreditación pública de falsa, injusta, ofensiva, insultante y difamatoria. Otros dijeron que era agotador, desagradable, intimidatorio y angustioso.
En América Latina, un defensor declaró sentirse «extremadamente frustrado» porque la industria podía decir lo que quisiera pero los defensores no podían informar de la verdad sobre el azúcar.
También hubo repercusiones económicas documentadas. Un grupo de defensa fue demandado con éxito por una empresa por difamación. Otro gastó 20.000 USD ( 19.000€) para protegerse. Y un defensor se enfrentaba a la ruina económica si prosperaba una demanda de la industria contra él.
Sin embargo, el tema predominante en la literatura fue el de la perseverancia y el desafío. Alrededor de la mitad de las fuentes incluidas en nuestro estudio hablaban de cómo respondían las personas objetos de la intimidación. Y la mayoría de ellas informaron de que contraatacaron denunciando las tácticas, corrigiendo la información errónea y lanzando sus propios desafíos legales contra los autores.
En la mayoría de los casos, aunque con retraso, los investigadores informaron de que continuaban con su trabajo para la salud pública. Nuestras conclusiones demuestran que los intereses corporativos han trabajado incansablemente para frustrar la regulación de sus productos y acciones utilizando tácticas de intimidación contra los investigadores para mejorar la salud pública. Pero a pesar de los importantes costes personales y profesionales de trabajar en un entorno en el que se cuestiona constantemente su credibilidad, los investigadores y defensores perseveran.
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