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octubre 10, 2017
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Bastantes personas solteras que acuden a nuestros cursos me hacen la pregunta: “¿Cómo encuentro al hombre/mujer de mi vida?” “Tengo que encontrar a alguien, se me va a pasar el arroz”. Están buscando desesperadamente, e incluso están obsesionados con encontrar a alguien de quien enamorarse.
La mayoría cree que cuando encuentre a esa persona, su media naranja ─ lo sabrá, porque se enamorará de ella, arrastrado en una corriente salvaje de pasión. Desafortunadamente, muchos tomarán decisiones terroríficamente importantes basándose en buena parte en este sentimiento de sentirse “enamorado” ─ con consecuencias insatisfactorias y a veces hasta desastrosas. La idea y obsesión con el amor romántico tiene sus raíces en la historia medieval de Tristán e Isolda. En la Edad Media el amor romántico no era considerado el ejemplo de todo lo que es bueno y genial, como lo que es ahora; en vez de eso el amor romántico era considerado como un tipo de enfermedad, la causa del engaño, las tramas, la infelicidad y hasta la muerte. La historia de Tristán e Isolda y otras historias similares que tratan el amor romántico, (p.ej. la obra teatral Romeo y Julieta de William Shakespeare) no fueron escritas como elogios del amor romántico, sino como una advertencia de los peligros y las locuras del amor romántico. El amor romántico era tratado con desconfianza, como un tipo de enfermedad y una base para malas decisiones.
Ha sido solo en los tiempos más recientes que el amor romántico ha sido transformado en el producto consumista del “verdadero amor romántico (el amor de mi vida)” “felices para siempre” (vivieron felices y comieron perdices) – un producto de consumo tan sumamente engañoso como lucrativo tanto para la industria del cine como para la de la música. Nos han lavado el cerebro para que creamos en el amor romántico, para que confundamos la emoción y el drama del romanticismo con lo que es la relación en sí. Nos vemos arrastrados por el romanticismo; simplemente sentimos que nada podría ir mal entre nosotros. Nos volvemos ciegos ante la persona, sus defectos y en vez de ello vemos sólo potencial y posibilidad sin límites.
Dicho esto tengo que confesar que para mí, estar enamorado ha sido una experiencia maravillosa, obsesionante, sobrecogedora y que normalmente acababa en lágrimas y dramas. Definitivamente estuve una parte de mi vida obsesionado con ese sentimiento y era un “enamorado” en serie. Estar enamorado, especialmente al comienzo de una relación era una distracción genial y total, un escape. No hubiera sido capaz de describirlo en estos términos entonces pero estar enamorado llenaba mi “vacío”; me sentía “lleno” o menos dolido. Pero este sentimiento no puede durar y normalmente en cuestión de meses me cansaba del objeto de mis afectos y me “enamoraba” de otra persona. Hice daño a mucha gente en esta fase de mi vida.
Sin embargo, la ilusión del amor romántico es algo poco útil en que basar las decisiones importantes de tu vida. El lavado de cerebro del amor romántico significa que la gente sobrestima fácilmente la capacidad del amor para superar sus problemas o dificultades. Esta ilusión engañosa también puede formar la base para una relación tóxica donde las dos personas no se quieren por lo que son sino que aman con la esperanza de que se sentirán más “completos/enteros” si están con la otra persona y que la otra persona llenará el “terrible vacío” que tiene en su alma.
Mucha gente aguanta en relaciones mucho después de cuando debería haberlas abandonado. Las personas que están en relaciones tóxicas no se quieren; lo que quieren es la fantasía que está desarrollándose en su mente. En vez de estar plenamente presentes con la persona que está delante de ellas, agotan todo su energía y tiempo racionalizando, masajeando y manipulando su percepción de la persona que tienen delante para que se ajuste a la fantasía que tienen en su cabeza.
Es posible que la persona ya es consciente de problemas en la relación, pero en vez de reconocer y afrontar la realidad, cae en la trampa de que la otra persona va a cambiar y todo saldrá bien. Pero la pregunta nunca debería ser “si yo podría ser feliz una vez que haya cambiado mi amor” sino “si yo podría vivir con él/ella tal como es”. He conocido a muchas personas que aguantaban relaciones que claramente les hacían sentires infelices y hasta enfermos, aferrándose a la idea de que el amor lo superará todo. En general estas relaciones no terminan bien.
El amor romántico está genial pero en sí no es suficiente.
Rhea y yo llevamos casados veintisiete años, tenemos cinco hijos y cuatro nietos. Compartimos una vida mucho más allá de cualquier cosa que yo hubiera creído tener. Me siento agradecido cada día por la vida que tengo. Para nosotros la palabra “amor” es un verbo – acciones para crear un sentimiento de amor, respeto y gratitud. El amor no es tanto una causa de nuestra relación sino un efecto, un producto de ella. El amor no define nuestras vidas sino que surge como un resultado de las condiciones que creamos en nuestra relación. Como ya he dicho antes el amor romántico es un sentimiento maravilloso y una de las experiencias más intensas de la vida. Yo me enamoro de Rhea repetida y regularmente. Sin embargo, es mucho más importante una perspectiva realista, honesta y pragmática cara hacia nuestras relaciones que tiene en cuenta la realidad difícil, repetitiva y a veces dolorosa de pasar una vida entera junta. Así que, mientras el romanticismo y el amor romántico son una seductiva y placentera enfermedad, es mucho más importante armar un cierto nivel de confianza, confort y entendimiento antes de enamorarse loca y desesperadamente.
He escrito esto aceptando que los enamorados leyendo esto no me van a hacer caso.
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