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febrero 17, 2016
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Ya han pasado unos días desde San Valentín, los orígenes de este día no son claros. La leyenda (y no es más que esto) nos hace creer que fue “un sacerdote de Roma que fue encarcelado por ayudar a cristianos perseguidos.” Sea lo que fuera, la primera presentación “romántica” conocida fue en 1382 por el escritor inglés Geoffrey Chaucer relacionando el amor con la época del año cuando los pájaros se aparean y supuestamente el 14 de Febrero es cuando empiezan.
Cualquiera que sea la verdad de estos orígenes, está claro que tienen poca relación con el día de Valentín masivamente comercializado y consumista de hoy.
Después de haber dicho todo esto, sí creo que merece la pena establecer un día en el cual celebrar lo que tal vez sea la relación más importante de nuestras vidas (una relación que elegimos no una relación impuesta en nosotros). Enamorarse en realidad es un estado temporal de locura obsesiva sin el cual muchos de nosotros no habríamos aprendido a amar – algo totalmente diferente.
Las investigaciones demuestran una y otra vez que las personas en relaciones estables, felices, llenas de cariño tienden a disfrutar de niveles más elevados de bienestar; viven vidas más largas y disfrutan de mejor salud. He llegado a creer esto.
No me considero experto en relaciones pero he sido afortunado en experimentar y aprender de muchas relaciones desastrosas antes de encontrar y elegir compartir mi vida con mi mujer, Rhea y posteriormente con nuestros cinco hijos – algo que he hecho durante los últimos 26 años – algo con lo que nunca soñé que fuese posible para mí.
Escribo abajo lo que considero (en mi experiencia personal y profesional) unas lecciones claves que he aprendido.
Nuestras ideas y por tanto nuestro comportamiento en relaciones están profundamente influenciados por la relación que tuvimos con nuestros padres y la relación entre nuestros padres.
Mis padres fueron narcisistas, alcohólicos y violentos. También pasé años difíciles bajo el cuidado de varios padres de acogida y en asilos para niños desamparados. Cuando salí “de casa” con dieciséis años, mi cabeza estaba puesta “al revés”. A posteriori me doy cuenta de que sufría de un dolor emocional inmenso pero era totalmente inconsciente de ello. Impulsado a beber mucho, estar de fiesta constantemente y enamorarme con frecuencia. Enamorarme y el sexo que lo acompañaba fue para mí la mejor droga.
El hecho es que estar enamorado es una experiencia intensa, integral, agradable y totalmente eufórica. Es una especie de aberración deliciosa. Estar enamorado para mí, significó que el “dolor de la vida” desaparecía y durante un tiempo, al menos, me sentía entero. Buscaba y aparentemente había encontrado a la persona que necesitaba para llenar el vacío emocional. Causé mucho dolor emocional a muchas personas en esta fase de mi vida.
Si sufres de algún dolor, hay que afrontar e integrar ese dolor, no puedes resolverlo enamorándote por ejemplo; enamorarte no resuelve nada, sólo te distraerá y te causará aún más dolor y sufrimiento a ti y a otros. No puedes utilizar “enamorarte” como una “aspirina anti dolor”. Nadie puede curarte ni tu puedes curar a nadie; es el trabajo de cada persona encontrarse a sí mismo. El viaje de la vida es una travesía de autodescubrimiento y auto aceptación. Aunque elijamos compartir el camino con otros, es un viaje que esencialmente hacemos solos.
Encontrar y compartir nuestras vidas con otra persona es un imperativo biológico y por tanto emocional. Por tanto, encontrar el amor, sexo y una pareja normalmente son asuntos “urgentes”. La búsqueda y el acto de encontrar pueden ser exquisitos y nos puede llevar a nuestros mejores y peores momentos. Sin embargo, es importante no perdernos en esta búsqueda.
Os dejo con las palabras de Kahlil Gibran:
Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí; estaréis juntos aún en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble
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Comentarios de la comunidad
Carmen Molina
Precioso el artículo de hoy! Me ha emocionado y tambien me ha dado paz Enhorabuena! Carmen